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1. Morfología del gallo.
Cabeza.
Cabeza: Ancha y gruesa, moderadamente larga y lisa.
Cara: Grana de color encedido.
Cresta: Simple, bien desarrollada, grande y gruesa, sobretodo en su base, muy derecha, con cinco dientes bien definidos, con espolón que sigue ligeramente la línea del cuello, grana de color encendido.
Barbillas: Largas, anchas y lisas, granas de color encendido.
Orejillas: Ligeramente alargadas, en forma de bellota, tamaño moderado, de color blanco puro.
Pico: Mediano y fuerte, de color córneo.
Ojos: Pupila bien formada y mirada viva; iris color acastañado.
Cuello: Ligeramente alargado y grueso.
Tronco.
Tronco: Alargado e inclinado hacia atrás.
Dorso: Ancho, plano, ligeramente inclinado hacia la cola.
Pecho: Ancho, profundo y bien desarrollado.
Abdomen: Ancho, profundo y bien desarrollado.
Cola: Bien arqueada, no muy grande, formando ángulo de 95º con la horizontal; hoces bien curvadas.
Extremidades.
Alas: Fuertes y ceñidas al cuerpo.
Muslos: Largos y gruesos, bien poblados de pluma.
Tarsos: Más bien largos y gruesos, proporcionados al cuerpo, limpios de pluma, de color apizarrado.
2. Morfología de la gallina.
Las mismas características que el gallo, salvo las diferencias debidas al sexo. Algunas diferencias se señalan a continuación.
Cabeza.
Cabeza: Fina y elegante, moderadamente grande, entrelarga, con un ligero matiz aguileño.
Cresta: Caída hacia un lado tapando el ojo.
Orejillas: Ovaladas, no demasiado grandes.
Barbillas: Menos largas que en el macho, lisas, flexibles y suaves.
Pecho: Ancho y prominente, la quilla debe ser larga y algo curvada.
Cola: Ligeramente tendida hacia atrás, recogida y pobre de plumas.
Abdomen: De aspecto amplio y globoso, con el plumón trasero muy espeso, bien desarrollado. |
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